Basil Hallward es un artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a encapricharse con él, creyendo que esta belleza es la responsable de la nueva forma de su arte. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a Lord Henry Wotton, un amigo de Basil, y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que “lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos”.
Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo.
Reseña de El retrato de Dorian Gray
Por fin me he decidido a leer El retrato de Dorian Gray, una de las novelas básicas de terror, que creo fundamental en el bagaje de lecturas que debe tener un asiduo lector de libros de terror y suspense. Como otras obras tan importantes como esta, el cine ha terminado haciéndose eco con más fuerza que el propio libro, debido a la gran cantidad de versiones de la obra en la pantalla grande. Pero como casi siempre pasa, la novela original tiene la esencia del original, y no debe ser pasada por alto.
Estamos ante un clásico de finales del siglo XIX. Publicado por primera vez como un cuento en Lippincott’s Montly Magazine el 20 de junio de 1890, El retrato de Dorian Gray es una obra fundamental de la novela de terror gótico de nuestro tiempo. Tras esa primera aparición, al poco tiempo, su autor Oscar Wilde la convirtió en novela completa añadiendo contenido y capítulos para transformarla en lo que hoy es una de las historias más claras del mito de Fausto junto con una gran esencia de narcisismo.
Oscar Wilde nació en Dublín en 1854. Murió en 1900 en París, apenas 10 años después de la publicación de esta obra. Dramaturgo de profesión, trabajó con un gran prestigio en su época. Durante sus primeros años publicaba poemas en periódicos y revistas. Participó en una gran cantidad de conferencias por Estados Unidos y posteriormente en el Reino Unido, otorgándole visibilidad y un notable éxito. El grueso de su obra inicial fueron cuentos y relatos, publicados entre 1887 y 1889. Tras esas obras llegó El retrato de Dorian Gray, su única novela como tal, desatando un gran escándalo y crítica por los sectores más puritanos de la sociedad. Su estilo irónico siguió en auge, triunfando con sus obras de teatro, ganando fieles y detractores por igual, hasta que en 1895 el marqués de Queenberry comenzó un ataque contra Oscar Wilde con una difamación en los canales escritos acusándolo de homosexualidad. Ese año fue condenado a dos años de cárcel por dicho delito (eran otros tiempos). Durante esos años de cautiverio, su vida se fue apagando, así como su fama. De hecho, al salir de prisión llegó a cambiar de nombre y acabó malviviendo en París, donde finalmente murió en 1900, víctima de múltiples afecciones y en una ruina total.
El libro que nos atañe esta vez es una inmortal obra de lo que se llamó terror gótico, aunque sinceramente, en estos tiempos que corren en los que hemos visto de todo, a esta obra le falta el verdadero toque de terror tal y como ahora lo entendemos. Si esperas encontrar suspense en esta novela, no lo vas a terminar de encontrar. Lo que si vas a descubrir es un estupendo relato sobre la corrupción y la maldad humana. El retrato de Dorian Gray navega sobre el mito de Fausto, en el que el protagonista vende su alma al diablo por un deseo sobrenatural. En el caso de esta novela, no es exactamente el diablo en sí el banquero que ofrece el préstamo que hipotecará tu alma para siempre. En este caso, el deseo del protagonista es la juventud eterna, la belleza perpetua ante la inevitable decadencia del paso del tiempo. Y no será un demonio ni un ser diabólico el que ofrezca ese regalo a cambio de tu alma, sino un retrato del personaje principal, pintado por su amigo Basil. A medida que Dorian envejezca, los crueles signos de la edad los sufrirá el cuadro, mientras que el protagonista seguirá con una tersa y bella piel imperecedera. Pero pronto descubrirá que no solo el retrato absorberá las marcas del paso del tiempo, sino la maldad y oscuridad de sus acciones, que irán in crescendo a medida que descubra el poder que contiene ese pacto materializado en el retrato.
Dorian descubre gracias a Lord Henry una forma de ver el mundo diferente a lo conocía en su temprana edad. La máxima de su nuevo amigo es que «lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos». Ese ideal llevará a nuestro protagonista a querer descubrir y experimentar todo en una sociedad burguesa decadente, que está perdiendo todos los valores y principios. Una vez descubre que el cuadro con su retrato cargará con el peso de toda la repercusión de sus actos, Dorian entra en una espiral de vanidad, locura, lujuria y degradación del alma sin igual, descubriendo el increíble potencial de su imperecedera belleza. Se aprovechará de la moral pervertida y retorcida de la sociedad de la época. Hará honor de la idea de Lord Henry que decía que la mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella. Evidentemente, este enfoque de la vida acabará como no hay otra forma de hacerlo. Pero eso ya es algo que debería dejarte leer por tu propia cuenta.
La novela es una lectura no muy larga, fluida en general y sorprendentemente poco empalagosa para la época en la que está escrita. Si es cierto que hay un parte del libro que se hace bastante pesada. Hay un capítulo que es el interludio en el que el tiempo pasa, donde los años avanzan mientras Dorian Gray parece no envejecer. Esa parte es un poco peñazo para mi gusto. Ese salto en el tiempo es aburrido, pesado y te hace descaer algo la atención sobre el libro. Por suerte, el relato vuelve a la chica una vez sobrepasado, y la narración continua sin problema hasta desencadenarse el final inevitable.
Una de las que considero mejores cualidades del libro es la magnífica construcción de los personajes. Basil, el pintor amigo de Dorian; Lord Henry, con sus ideas avanzadas y transgresoras sobre la vida; y por supuesto Dorian, que evoluciona de ser un joven chico que no conoce su potencial, hasta convertirse en lo más perverso y depravado de la época. Los diálogos son sublimes, con grandes pensamientos que, si bien es cierto, quedan algo alejados de nuestra época, pues mucho ha llovido desde 1890 hasta nuestros días.
En definitiva, el libro no es precisamente una historia de terror, ni tan siquiera de suspense. Pero sin duda, es una obra que, gracias a su corta longitud de páginas, deberíamos leer para conocer más de la literatura clásica y los orígenes del mundo de terror gótico, que aún está tan de moda en la literatura de horror. Por cierto, está libre de derechos, por lo que puedes descargarla de forma gratuita. En el enlace de Amazon de abajo podrás hacerlo con comodidad.
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