Este microrrelato está enlazado a uno anterior de Mackay, llamado La niña. Debería leerlo antes para darle un poco de contexto a este.
Como dice R. J. Random en un comentario, he pecado de equivocar la longitud de 1000 caracteres del reto en 1000 palabras. Así pues, el relato original se había quedado en 802 palabras. Al final del original lo he acortado para encajar en los 1000 caracteres y pasar el reto sin problema. Gracias por avisar 😉
Este es mi relato relacionado:
Microrrelato (original): La plaga.
Por fin navegamos rumbo a Ikaimo, capital del círculo estelar de Ashi. Apenas hemos dejado resistencia en ese sistema solar tan reducido. Solo la flota de Retonis se esconde huidiza como ratas en la bodega de un acorazado carguero. Ha sido una larga y pesada campaña. Agotadora. Aun así, gracias a estas incursiones he conseguido por fin una piel superior a la del Naushagul del sistema solar Daowia. Esa raza también era excepcional, no hay duda. Porté su cuerpo durante más de diez años estándar. Apreciaba ese cuerpo, resistente, ágil y duradero. Sin embargo, este trofeo que visto ahora es extraordinario. Mírame. Cuatro extremidades musculosas a modo de brazos, capaces de contorsionar completamente por todo el cuerpo. Una capacidad de visión extraordinaria me permite ver a través de materiales con una alta densidad molecular. Dos largas patas con fortaleza para saltar a más de diez metros en planetas de casi cuatro gravedades base. Y para rematar, este magnífico cuerpo, una estructura membranosa capaz de desplegar unas extensas alas para planear, de una dureza extraordinaria. Sin duda, estos raros seres aguantaron eones en su colonia a más de diez mil kliks estelares estándar. Me costó una fortuna en años temporales relativos llegar a su sistema, pero mereció la pena. Después de nuestra incursión, su sistema también está arrasado. Nada merecía la pena allí, a excepción de mi merecido trofeo.
Estoy tan acostumbrado al control mental de estas pieles que ya forman parte de mí. Apenas ya reconozco mi verdadero cuerpo. Es frío y débil, por lo que debo mantenerlo siempre oculto. Nuestra raza estaba atada a un mundo sin futuro. Pytecti es uno de los planetas más viejos del sistema estelar Alpha Centauri. Durante millones de años estándar sólo ha pertenecido a multitud de razas sin inteligencia. Meros seres sin aspiraciones que como mucho lograban unirse en manadas para sobrevivir. Theures, Xephures o las extrañas y extravagantes Malgaracas han luchado ferozmente por el terreno. Mi raza es débil en esa cadena de poder. Nuestra poca ventajosa fisionomía en esta batalla sin cuartel nos obligó a evolucionar unos poderes mentales capaces de influenciar sobre las limitadas mentes de los demás seres. Esa ha sido la base de nuestra supervivencia. Somos parásitos en las sombras, alimentándonos del trabajo de otros.
—Señor, una alarma ha saltado en Pytecti. Creemos que es un mensaje de socorro. —La comandante Ph’nglui’skaar interrumpe mis pensamientos. El Xephure que me acompaña de mascota le gruñe. La calmo.
—Está bien. Mantén una hueste de cinco incursores para poner de rodillas a Retonis —contesto con confianza. No creo que se necesite más tropas para esta última batalla y sé que no me necesitan para comandarla. Sin embargo, esa alarma en Pytecti me preocupa.
—Si señor. Aquí tiene la comunicación. —Ph’nglui’skaar me entrega un papiro holográfico. Golpea sus talones y se aleja.
El papel muestra un mapa estelar de Alpha Centauri y la Vía Láctea. Un punto parpadea en el sistema en el que se encuentra mi planeta. Los humanos arrasaron Pytecti antes de colonizarlo. En cierta manera me hicieron un favor. Nuestra raza estaba condenada en esas tierras, pero esos maravillosos seres llenos de talento fueron un soplo de aire fresco. Trajeron tecnología, sociedades y riqueza. La vida prosperó en el planeta. Pero enseguida su dominación y ansias de poder empezaron a aniquilar nuestro ecosistema. Descuartizaron y arrasaron especies completas, buscando cómo sacar provecho de estas. Ansiaban mejorar sus armas biotecnológicas sin importar las masacres que tuvieran que realizar. Por suerte, también trajeron la forma de salir de este planeta: naves interestelares. Sus intelectos me permitieron dominar sus cuerpos y pude huir de allí tomando a un general, formando un escuadrón que ha ido creciendo con el paso de los años. Ahora que ya he recorrido más de lo que ellos jamás soñarán con alcanzar, puedo volver para liberar a Pytecti y arrasar a esos insectos arrogantes. Humanos, la escoria del universo. Invasores y aniquiladores.
Acaricio el lomo del Xephure que me acompaña desde que salí del planeta. El holograma vuelve a brillar en rojo. Es Psh’nghuo’sekr, no hay duda. Mi niña, la que ha mantenido a flote ese marchitado planeta, resistiendo ante los embates de los humanos. Deben de haberla encontrado. Mentalmente busco a mi fiel Ph’nglui’skaar por la nave y contacto con ella. “Comandante, ponemos rumbo urgente a Pytecti. Quiero saltar a su círculo estelar con una flota de veinte incursores ya mismo”. Noto como su conciencia asiente, y la nave empieza a acelerar. El viaje va a ser largo. Tardaremos casi un año temporal relativo recorrer los más de cinco mil kliks estelares estándar para llegar a los sistemas solares donde esa raza inteligente infecta sus planetas. Aun así, merecerá la pena. Es hora de que alguien aplaque de una vez por todas la expansión de esa plaga llamada humanidad.
Microrrelato del reto:
Nuestra raza estaba atada a un mundo sin futuro. Pytecti es uno de los planetas de Alpha Centauri. Durante millones de años sólo ha pertenecido a multitud de razas sin inteligencia. Theures, Xephures o Malgaracas han luchado ferozmente por el terreno. Mi raza es un parásito en las sombra, alimentándose del trabajo de otros.
—Señor, una alarma ha saltado en Pytecti. Es un mensaje de socorro. —La comandante Ph’nglui’skaar interrumpe mis pensamientos. Mi mascota Xephure le gruñe.
Los humanos arrasaron Pytecti. La vida prosperó en el planeta. Pero enseguida su dominación y ansias de poder empezó a aniquilar nuestro ecosistema. Ansiaban mejorar su biotecnológia sin importar las masacres. Por suerte, también trajeron la forma de salir de este planeta: naves interestelares. Sus intelectos me permitieron dominar sus cuerpos y pude huir de allí tomando a un general. Ahora puedo volver para liberar a Pytecti y arrasar a esos humanos, la escoria del universo. Invasores y aniquiladores.
Objetivos del microrrelato
Este microrrelato cumple los siguientes objetivos:
Microrrelato de agosto
Título: La plaga.
Objetivo: 7. Escribe un relato que no suceda en la Tierra. Debe especificarse, no es válido si no se concreta dónde está sucediendo.
Objeto 1: 12. Una mascota.
Caracteres: 987.
Medallas: Verborrea interminable en presente. Destino funesto (aunque no tengo claro si el villano es el protagonista o la humanidad).
Relato relacionado: La niña, de Mackay. Por cierto, recomiendo encarecidamente leerlo para explicar con más detalle tramos de este.
El relato #OrigiReto2019 de este mes de agosto es la otra parte del reto. Puedes verlo en el link anterior.
Este reto es una iniciativa de @Musajue y @Stiby2. Tienes las bases en sus respectivos blogs: Blog de Sólo un capítulo más de Stiby y el Blog La pluma azul de Katty.
Juan dice
Buenas tardes
Me alegro que hayas relacionado tu microrrelato con el mío. Fue un mundo que cree para un relato que está ahí, muerto de risa.
Por cierto, yo creo que vale para destino funesto, porque si hay muchas más “niñas” como la de mi relato, la humanidad tiene poco que hacer.
Otra cosa. Este va a ser el primer caso de referencia cruzada. Yo he pensado hacer mi microrrelato enlazado al tuyo de agosto. Se me ocurrió antes de que ver que habías hecho la relación, así que ha sido un caso de telepatía o así 😀
Muchas gracias y un saludo.
Juan
Vicente dice
Buenas Juan.
Me gustó el tema y la ambientación al estilo marine espacial. Además, el juego de sentimientos de tu relato me hizo pensar en “¿qué pasa con los legítimos dueños del planeta?”. Por eso me decidí a continuarlo con el otro punto de vista.
Espero con ansias ver por dónde van los derroteros del otro relato de agosto con tu referencia cruzada. Gracias por pensar en esa historia.
¡Un saludo!
R. J. Random dice
Buenas. Suele pasar que al empezar el reto, se piensa que los microrrelatos no deben superar las 1000 palabras, cuando en realidad son 1000 caracteres. Vamos, que te ha salido demasiado largo para ser un micro. 😉
Vicente dice
¡La leche! Es verdad, acabo de darme cuenta que no son palabras sino caracteres. El caso es que me parecía muy largo poner hasta 1000 palabras en un “microrrelato”. Ahora veo que tiene su explicación, jejeej…
Nada, voy a dejar la original en el post, y sintetizado el relato para no sobrepasar los 1000 caracteres.
Gracias por avisar 🙂