Paco llevaba una semana inquieto. Solo faltaban unos días para el día de Todos los santos. La tradición llevaba a cientos, quizá miles de personas a visitar las tumbas de sus seres queridos al cementerio. El camposanto de Cristo del Consuelo era especialmente grande. En alguna ocasión había salido en revistas por su arquitectura dispar. Cada generación había aportado un poco de su época. Se podían ver exquisitas tumbas góticas con grandes estatuas de piedra encima de sus lápidas. Había panteones haussmanianos, grandes mausoleos e incluso lápidas neo-medievales de mármol y ladrillo. No era raro que en muchas páginas web de viajes incluyeran el Cristo del Consuelo en sus listas de cementerios a visitar para sacar fantásticas fotos. Así pues, el tránsito de personas, curiosos y religiosos era extraordinario durante el día. En la entrada se colocaban además un sin fin de pequeños negocios de artesanía, religiosos buscando potenciales adeptos a sus cultos dispares y en ocasiones hasta sectarios tratando de arañar fieles para sus filas. Aunque sobre todos estos pequeños puestos, destacaba el de comidas rápidas que, para muchos, tenía las mejores hamburguesas artesanales de toda la costa cántabra. Incluso los mapas turísticos de la zona indicaban no perderse una suculenta comida tras un día agotador disfrutando de la magnífica arquitectura del camposanto más antiguo de toda la región.
Esa tarde entró Paco con su particular cojera en el cementerio, algo nervioso. Fue directamente por los senderos bordeados de césped que tantas veces había recorrido. Esquivó una plaga de babosas que cruzaba el camino tras las lluvias del día anterior, sin prestar atención a los visitantes que descargaban sus lágrimas sobre el musgo ya húmedo de las lápidas. Entró en la oscuridad del despacho del cuidador y cerró la puerta tras de sí.
—¿Tenemos algo? —preguntó tras un saludo murmurado. Su cara era alargada, pero sus ojos caídos mostraban cansancio.
—Estás de suerte. Hoy sí —confirmó Germán. El rostro de Paco se relajó un poco—. Esta noche quedamos a la hora de siempre.
—Estupendo. Estaré entonces preparado.
—Y tienes una sorpresa. Hay dos críos —continuó con un guiño de ojo.
—¿En serio? —Definitivamente, en la cara de Paco se disipó el desánimo—. Estupendo.
A principios de la noche el camposanto estaba ya cerrado al público. Sin embargo, bajo la luz de la luna había una frenética actividad tras sus muros, apenas audible por las pandillas de chicos que bebían cerveza cerca del recinto, en la acera, al amparo de las historias de terror de la víspera de Todos los santos. Los gatos y alimañas del cementerio eran los únicos testigos del movimiento en las lápidas recién ocupadas por los nuevos moradores. Sin embargo, esos inquilinos disfrutarían solo de unas pocas horas en la que debería haber sido su nueva residencia para la eternidad. Germán transportó así un saco, y luego otro, y otro, y luego dos más menudos, apilándolos cerca de una puerta lateral del cementerio.
Al otro lado esperaba una silueta oscura, apoyada contra una pequeña furgoneta blanca. Escuchó unos pequeños golpes de llamada con los nudillos a la puerta. Paco arrojó el cigarrillo contra el suelo, se incorporó tranquilamente y la abrió. Un Germán regado de sudor y tierra estaba al otro lado, con un saco cargado al hombro.
—Lo dicho. Esta vez vas a tener la suerte de la casualidad —afirmó en voz baja el cuidador. Se descolgó el saco y se lo entregó a Paco.
—¿Son de hoy? —susurró este mientras recogía el relevo y se lo echaba a hombros.
—Así es. Y al final hay sorpresa.
—¿En serio? —preguntó con entusiasmo. Dejó el saco en el suelo, abrió la puerta trasera de la furgoneta y lo arrojó dentro.
—Sí. Esta vez tienes de sobra hasta para investigar esa idea que no terminaba de cuajar —Germán cogió el segundo saco del suelo y se lo ofreció.
Paco agradeció con un gesto la ayuda y cojeó para arrojar la última bolsa en la furgoneta.
Ya en su laboratorio, Paco descargó los sacos comprobando su contenido. Germán tenía razón. Esa noche había recuperado tres cuerpos adultos, seguramente de no más de cuarenta años. Junto a esos abrió dos bolsas con el cadáver de un niño en cada una. Sonrió satisfecho. Como siempre ocurría cuando traía materia prima nueva, el hedor de la estancia empezó a hacerse insoportable. Retiró la lona de una pequeña piscina que tenía en una esquina del laboratorio llena de un desagradable líquido viscoso y sumergió allí los cuerpos. Eso mantendría la carne putrefacta en mejor estado y evitaría el angustioso olor que emitía. Activó los purificadores de aire y abandonó la sala apagando la luz tras de sí.
Unas horas después volvió ya con el ambiente más limpio. Empezó con el proceso de regeneración de carne que ya había perfeccionado. Le llevaría gran parte de la noche. Sus métodos poco ortodoxos le llevaron a tener que retirarse de la facultad de ingeniería biomédica. Era difícil plantear ciertas lecciones morales en sus avances sobre nutrición y dietética humana sin una mente abierta. Hacía ya años que había conseguido grandes avances en su investigación. De hecho, gracias a poner en marcha esas muestras, su poder adquisitivo había mejorado tanto como para invertir en sus estudios y adquirir material mucho más sofisticado para sus ensayos. Los resultados de sus avances eran evidentes para él, pero aún no estaban preparados para mostrarlos al mundo. Más bien, el mundo no estaba preparado para ser consciente de sus avances. En efecto, muchos habían descubierto el gran potencial de su investigación, pero aún no lo sabían. Sin ser conscientes, la gente hacía años que disfrutaban de su producto final.
La noche se tornó muy dura de trabajo. Consiguió gran cantidad de materia prima para el complicado día que venía a la mañana siguiente. Terminó con los últimos detalles, dando su toque especial al resultado. Miró el reloj en la pared para ver que la hora del amanecer ya despuntaba. Se acostó un rato para prepararse para el duro día que le esperaba. Abriría a media mañana. Antes no tenía mucho sentido. Un sueño reparador le obsequió con el descanso tras una noche productiva y la visión de un día brillante.
Las puertas de entrada del cementerio el día de Todos los santos eran un hormiguero de gente. Con una edad media entre la vejez y la muerte, cientos de personas se arremolinaban dentro y fuera del camposanto. La mayoría se pasaba el tiempo criticando a los que no estaban. Algunos pocos recordando a sus seres queridos. Ya había avanzado la mañana. Gran parte de los acompañantes eran gente joven, dispuesta a no formar parte de este entramado de tradición y aburrimiento de día. Fueron los que más se alegraron de ver que el puesto de hamburguesas de la entrada retirara el cartel de cerrado. Una mujer de mediana edad levantó el toldo, limpió la barra de pedidos y empezó a calentar las planchas. Paco llegó poco después en su furgoneta, descargando las cajas. La gente se arremolinó para por fin saciar los estómagos vacíos. Sus hamburguesas eran espectaculares, como siempre. Pero, sobre todo, las de ternera lechal eran las que le habían creado la fama del mejor puesto de comida rápida de la provincia. Claro está, lo de ternera lechal era puro marketing. El secreto de su éxito sólo lo conocían apenas dos personas.
Objetivos del relato
Este relato cumple los siguientes objetivos:
Relato de noviembre
Título: Ñam.
Objetivo: 9. Utiliza un cementerio como escenario para un relato.
Objeto 1: 19. Una plaga de babosas.
Objeto 2: 36. Una estatua de piedra.
Palabras: 1224.
Medallas extra: Destino funesto. Yo veo bastante villano a Paco, ¿no?. Interesante, pues Paco tiene problemas de cojera evidentes.
Puedes leer el microrrelato #OrigiReto2019 de este mes de noviembre en el link de antes, donde se completa el reto del mes.
Este reto es una iniciativa de @Musajue y @Stiby2. Tienes las bases en sus respectivos blogs: Blog de Sólo un capítulo más de Stiby y el Blog La pluma azul de Katty.
YarckoDM dice
De los cementerios de nuestros relatos salen historias tremendamente sorprendentes, pero creo que esta tuya se lleva la palma.
Logras mantener la intriga hasta el fina, he estado durante todo el relato esperando que salieran zombies por algún sitio, pero el colofón del texto es realmente genial. Cuando al final del relato mencionas los “negocios” de Paco, todo empieza a encajar de un modo totalmente perturbador.
No se si lo has hecho aposta o yo lo he querido entender así, pero me ha hecho mucha ilusión el guiño que haces en tu relato a mi colonia de babosas de “El gran viaje”. ¡Muchas gracias!
El ritmo narrativo es muy bueno y la forma en la que describes el verdadero trabajo de Paco está genial porque te lleva a creer lo que no es y con ello hace que el final sea doblemente sorprendente a la par que repugnante.
¡Felicidades! Es un relato que no deja indiferente.
Vicente dice
Y tanto que las babosas se asomaron por este cementerio también. Ya te dije que tu relato me gustó mucho.
Por lo demás, gracias por los comentarios. La idea que buscaba era precisamente despistar en las fechorías de Paco hasta el último momento. La pista del principio no sabía si se notaría mucho, pero veo que al final no ha arruinado la historia.
¡Un saludo!
Gemma dice
Buenas!:
Me ha encantado tu relato 🙂 no me esperaba el final Swenney Todd, la verdad. Esperaba que Paco fuera más como Frankestein, por el cuidado que tenía al tratar con los cuerpos y tal, pero no imaginé lo que hacía de verdad.
La descripción del principio me ha gustado mucho, el ambiente del cementerio y las personas que van allí. Me guardo la frase “con una edad media entre la vejez y la muerte”, está genial.
Seguro que el negocio les irá genial xD.
Nos leemos 🙂
Vicente dice
¡Hola Gemma!
Me encanta que te haya gustado y sorprendido el final. Quería darle el giro justo en el último párrafo mientras hacía divagar erróneamente al lector. Y por supuesto, había que ponerle un poco de chispa al relato. Un cementerio necesita algo de diversión, ¿no?
Un saludo 🙂
Stiby dice
Madre mía qué relato tan tétrico, tanto el protagonista principal como el ambiente general y sobre todo la temática. Supongo que incitamos a ello con el objetivo, no?
Tengo que decir que me ha gustado mucho esta frase: “Con una edad media entre la vejez y la muerte”.
El final me lo estaba imaginando pero no por ello ha sido menos gracioso que he visto un par de pelis que se basan en ello y siempre es como que me planteo si no lo habrá hecho alguien en verdad alguna vez xDD
Genial relato y suerte con el último mes!
Vicente dice
No re plantees si alguien lo ha hecho en verdad. ¡Seguro que sí lo han hecho! El secreto está en no saberlo, en la ignorancia. Solo hay que dejarse llevar y disfrutar 🙂
Me alegro que te haya gustado. ¡Gracias por comentar!
KATTY dice
Genial relato Vicente, me gustó mucho cuando lo leí y lo releí para dejarte comentario que ni para eso tengo tiempo últimamente n,nU me encanta como usaste el objetivo, los objetos muy bien puestos, la estatuo me pasó desapercibida, las babosas era más complicado xD Me gusta el detalle del extractor en la sala y que vuelva más tarde por el olor. A pesar de que no pilla de sorpresa la procedencia de la carne, creo que has tenido muy buena mano para no terminar de dejarlo claro hasta el final. Muy buen trabajo. Lo de villano no sé yo, más bien me parece un poco carente de empatía, sociópata quizá, no tanto como un super villano, pero te lo voy a dar por bueno porque me parece especialmente curioso que no te limitaras a hablar de carne, si no que la separaras en tipos xD Así que venga, te lo concedo. Me recordó un poquillo al barbero diabólico de la calle Fleet, que me encanta por cierto, aunque sin barbero y sin call Fleet…. xD
La verdad, el único motivo por el que no te llevaste gamba, es porque no puedes conseguirla siendo el último, llevarte el cangrejo anula la gamba. Pero bien hecho este mes, animo con el siguiente ^^ y recuerda que puedes recuperar cualquier mes hasta que empezaste, quizá no te de tiempo de todo, pero puedes comentar o hacer solo microrrelatos para recuperar al menos algunos puntos si quieres ^^ Claro que es opcional.
Animos con el último mes :3
.KATTY.
Vicente dice
Gracias Katty por todos los comentarios. Muy completo todo, me gusta mucho que lo hayas revisado tan bien.
No creo que me dé tiempo a recuperar meses ni arañar puntos. Últimamente voy bastante pelado de tiempo, así que lo dejaré estar con el mes actual y, por supuesto, disfrutando de los relatos de los demás compañeros 🙂
¡Un saludo!
Rocío Casas dice
¡Hola, Vicente! Buen relato. Quedé enganchada desde las primeras líneas y supuse que Paco y Germán integrarían una red de traficantes de órganos, pero me equivoqué por completo. La pregunta es si no seremos antropofagos por naturaleza y esto me recuerda a películas como Titus y El Barbero Asesino. Claro está que los productos artesanales carecen de los tóxicos preservantes de la industria dizque alimenticia. Una última inquietud: ¿en qué consistía el toque especial que añadía Paco a las hamburguesas de laboratorio? Saludos. ✍
Vicente dice
¡Ay, Rocío! Los ingredientes secretos no se cuentan nunca, o enseguida aparecerían imitadores de las suculentas hamburguesas que tanto le ha costado a Paco desarrollar xD
Gracias por comentar 🙂