Una edad difícil, primer libro de la autora más importante de ficción fantástica rusa, es una compilación de una nouvelle y siete relatos cortos: oscuro y fantasmagórico, es un libro inolvidable. Con esta colección de relatos perturbadores, fantásticos y terroríficos, Starobinets es especialista en mostrar al lector las zonas discordantes de nuestro mundo, destacando a lo siniestro de nuestro día a día.
«A menudo se nombra a Stephen King y a Neil Gaiman entre sus influencias, lo que esta joven acepta con entusiasmo de fan, pero sin amputarse de sus raíces patrias: en lo más profundo de estos cuentos laten Gógol, Bulgákov y el mejor cirujano-basurero mundial de la obsesión humana, Fiódor Dostoievski.»
Reseña de Una edad difícil
No hay duda de que el terror no entiende de lugares. En este caso, voy a hablar de Una edad difícil, un recopilatorio de relatos de Anna Starobinets, una de las grandes escritoras rusas de nuestra época. Ella forma parte de la generación de la Rusia actual, superada ya la antigua edad Soviética, donde la gente y la cultura empieza a parecerse mucho más a la occidental y europea. Anna, licenciada en Filología por la Universidad Estatal de Moscú, ha trabajado principalmente en muchos de los periódicos rusos como crítica y editora de cultura. Su conocimiento de los autores rusos es amplio.
Curiosamente, en la portada de este libro hablan de ella como la Stephen King rusa, pero para mi gusto, su escritura dista bastante del escritor estadounidense en muchos aspectos. Anna, además de relatos de ciencia ficción y terror, destaca por sus libros orientados al mercado infantil. Por supuesto, hay que distinguir estas dos facetas, porque si a un crío se le ocurra leer alguno de los relatos de este libro que tenemos entre manos, por suerte no entenderá casi nada, porque si lo hace, quedará traumatizado el resto de su vida.
Algo en lo que Starobinets destaca es precisamente en lo difícil que sería catalogar su tipo de terror. Encasillar este libro en un género es definitivamente complicado. Su manera de dar forma a dicho terror es simplemente diferente, muy personal. Realmente a caballo entre lo fantástico y la ciencia ficción, Anna trabaja mucho lo mundano para crear estas perturbadoras historias.
Una edad difícil es de sus primeras publicaciones. Este libro se compone de ocho relatos cortos, rápidos de leer. El principal, que da nombre a la publicación, apenas llega a menos de las 100 páginas. Otros serán menos de 10. Esto en muchos casos es un punto negativo para muchos lectores que conozco, que no les gusta tener que cambiar de ambiente, personajes e historia cada poco tiempo. Pero veremos más adelante que con Anna, este problema está bastante reducido con su forma de escribir.
La genialidad de la autora rusa
Cada relato es autoconclusivo, sin relación directa con el anterior. Sólo coinciden en el estilo, en lo mundano de los argumentos. Anna no usa un terror visceral, ni de monstruos o asesinos dementes. No, que va. Ella usa un terror que podríamos catalogar de intelectual. Por ello, la lectura de cada uno de los relatos no es sencilla. No se coge como una novela veraniega para disfrutar en la orilla de la playa mientras los críos juegan a tu alrededor dándote pelotazos en la arena con balones de plástico. No. Si con estas lecturas no estás centrado, te perderás en su texto y acabarás el relato con una sensación de “Qué final más tonto, ¿no?”. Hay que permanecer con los sentidos atentos o te perderás el ambiente y la espiral que te conduzca al desenlace.
Anna no busca el miedo en sí, sino hacer que sientas un desasosiego gradualmente. Y todo lo hace a través de la normalidad. Son historias de gente mundana, en lugares habituales, pero va sacando ese terror de nuestro propio interior, de las acciones de esos personajes y quizá de su psique. Son historias más tangibles y cercanas a nuestro día a día, pero que de alguna forma se ven afectadas por algo místico, fantástico o sobrenatural. Por eso es tan difícil acuñar el género de terror en su escritura.
Anna hace también alarde con elegancia de un humor negro muy sutil que siempre está acompañando sus textos, justo en su punto y en el momento en que quiere que nos desconfiemos, para luego atizarnos con contundencia cuando más nos descuidemos. Es una artista de las palabras, que sabe utilizarlas con precisión en su momento. Esta es otra de las grandes virtudes de Starobinets. En apenas tres frases te mete en contexto en el relato. Sin desperdiciar ni un segundo en descripciones banales hace que tengas suficiente información para introducirte en la historia. Su estilo de escritura es extremadamente rápido. No entra en detalles sin importancia. Va al grano avanzando hacia donde te quiere llevar y no deja sobrar ni una sola palabra. Si hay algo que describir, lo hace diluyéndolo en medio de la propia acción, que poco a poco te hará perfilar al ambientación completa.
Conclusión
En definitiva, Anna Starobinets ha bordado un extraordinario libro de relatos de terror muy especial, con un estilo de escritura muy personal que ha hecho que ponga en mi lista de seguimiento de autoras interesantes. Sin duda, no será lo último que lea de ella. Y como decía al principio de la reseña, es estupendo ver que en lugares tan remotos y a priori tan diferentes como Rusia, pueden surgir autores tan cercanos a nuestro día a día dando una bocanada de aire fresco a la literatura de terror contemporánea.
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